sábado, 14 de agosto de 2010

Cinco recomendaciones para que el trabajo no le amargue la vida

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El ejercicio, la respiración, la alimentación y las buenas relaciones con los compañeros son algunos de los consejos de los expertos contra el estrés laboral.

Es sencillo. De usted depende que su trabajo haga parte de su felicidad o que se convierta en un infierno. Está claro que todo empleo tiene sus cargas y momentos difíciles, que si no se detectan y se dominan a tiempo, pueden arruinarle la salud y la vida misma. Tenga cuidado: hay que vivir para trabajar; no trabajar para vivir.

Procurar que el trabajo y sus funciones sean de nuestro agrado es la primera recomendación de los expertos. Tener un ambiente relajado, un jefe y unos compañeros agradables con quienes se pueda llevar una buena relación, le harán más llevadero su día a día.

Una postura adecuada, hacer ejercicio una hora al día y detener la jornada para caminar un rato son algunas de las claves para gozarse el trabajo. Eso, además de una alimentación sana y del consumo moderado de café para ganar energía (hasta cuatro tasas al día, preferiblemente en la mañana y al medio día para no afectar el sueño). También sugieren desconectarse y respirar profundo en momentos caóticos. Ahora, si el estrés es persistente y definitivamente inmanejable, cambie de empleo. Siga estos consejos y haga de su lugar de trabajo una extensión de su buena vida.

Despréndase del escritorio

Hay que respetar los horarios de sueño: mínimo siete horas diarias, de lo contrario el día siguiente será complicado. Haga mínimo una hora de ejercicio al día. Camine un par de cuadras antes de llegar al trabajo o deje el carro lejos. Use más el transporte público y la bicicleta, y aléjese del ascensor. Evite llamar o enviar correos a los compañeros de trabajo; mejor, camine hacia ellos, eso evita el sedentarismo. No permanezca más de una hora sentado en su puesto de trabajo; levántese, conteste el teléfono y haga estiramiento (pausas activas). Revise sus posturas y mejórelas.

JOHN DUPERLY, ESPECIALISTA EN MEDICINA INTERNA Y PHD. EN MEDICINA DEL DEPORTE.

Respire y cambie de vida

Respire siempre profundo y largo, en cámara lenta. Simplemente cierre los ojos, tómese el tiempo necesario y respire despacio. Luego, cambie el ritmo de la respiración, ahora con la laringe; que suene fuerte. En situaciones de estrés, antes de explotar, respire; desconéctese, aprenda a decir que no y a no hacer, literalmente, nada; a disfrutar del ocio. Comience por dedicarle 10 minutos al día, mínimo, a respirar, haciendo un alto en la jornada. Use la respiración como un puente entre el mundo interno del silencio y el mundo externo de la actividad. Así se dará cuenta de su gran poder sanador.

BEATRIZ GOYOAGA, INSTRUCTORA DE EL ARTE DE VIVIR.

Admita sus debilidades

Como los metales, los humanos se fatigan. Los cambios evidentes de su funcionamiento natural son señales: estar muy irritable y explosivo, o si atraviesa cambios en el patrón de sueño, peleas con la comida o el hecho simple de no disfrutar las cosas.

Cuando se sienta así, busque ayuda: tómese unos días de descanso, cambie de ambiente y, si eso es persistente, tome decisiones. Cuando definitivamente pierda la capacidad de producción y se vuelva un asunto dramático, piense en la posibilidad de cambiar de trabajo.

RODRIGO CÓRDOBA, PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN COLOMBIANA DE SOCIEDADES CIENTÍFICAS

Ojo con las malas posturas

Las malas posturas que las personas tienden a adoptar en el trabajo dan origen a un círculo vicioso que empieza con el dolor y la incomodidad; estas molestias obligan al cuerpo a adoptar peores posturas, en un vano intento por neutralizarlas. Además de las pausas saludables recomendadas y del estiramiento de los músculos, es importante procurarse elementos de trabajo acordes con la condición física de cada cual. Si hay dolor persistente, consulte. No se automedique.

CARLOS F. FERNÁNDEZ, PTE. ASO. COL. PARA EL ESTUDIO DEL DOLOR

Coma en forma sana y suficiente

El sitio laboral es el espacio en el que típicamente las personas tienden a adoptar hábitos ajenos, incluso si son malos. No es raro que almuerzos, pausas y meriendas estén llenos harinas, azúcar, café en exceso, comida chatarra y grasas. Hay que cuidarse. Los nutricionistas aconsejan consumir una cantidad de calorías acorde con el gasto energético diario (si es baja, coma menos). Prefiera carnes blancas (pescado) a las rojas e incluya cinco porciones de verduras y frutas frescas al día. Arme su propia lonchera sana.

REDACCIÓN VIDA DE HOY


F eltiempo.com

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